Resulta difícil abordar el mercado inmobiliario de los Estados Unidos como uno solo. Sin embargo, existe un común denominador que impulsa hacia arriba el mercado en general: la economía del país sigue creciendo sostenidamente y en el ámbito laboral hay pleno empleo. La demanda del mercado inmobiliario interno es muy grande y, potenciado por las inversiones extranjeras, vemos como resultado un atractivo difícil de hallar en otras latitudes.
Existen tantos mercados inmobiliarios como ciudades. Miami y New York se erigen como las de mayor atracción entre los inversores de Latinoamérica. Miami por ser la más latina y cercana a Sudamérica.
New York, por su parte, es la más cosmopolita e interesante desde lo histórico, cultural y social. Por eso, atrae no solo al inversor de Latinoamérica sino también al europeo y asiático. Por tal motivo, siendo la demanda local e internacional tan sostenida, no hay duda de que, desde el punto de vista inmobiliario, es la ciudad con más fortaleza.
Durante la crisis de 2008 Nueva York fue la ciudad menos afectada y también la que se recuperó más rápidamente. Ofrece oportunidades para los inversores hiper conservadores (zonas como Midtown o cercana a Central Park) y aquellos que buscan no solo apreciación en el tiempo sino renta. Algunos barrios en zonas como Queens y Brooklyn presentan esas dos características.
En el caso de los inversores con menos temor a arriesgar, hay opciones interesantes en ciudades como Pittsburgh y Kansas. En ese sentido, la ciudad que ha emergido con más fuerza es Detroit. Había sido declarada en quiebra hace tres años, y luego de recibir fondos del gobierno ha iniciado una reconversión impresionante en infraestructura y grupos desarrolladores han ya invertido miles de millones de dólares. El ciclo es inmejorable para entrar: las propiedades están al 40% del precio histórico.
Más allá del perfil, el monto y el acceso al crédito, el inversor extranjero debe tener en cuenta la existencia de regulaciones y normativas federales y estaduales que debe conocer y adecuarse.
Por ejemplo, existe en Estados Unidos el impuesto a la herencia (Estate Tax), que puede llegar al 40% del precio de mercado de un inmueble. En caso de que el inversor extranjero falleciera, el impuesto a la herencia alcanzaría a ese inmueble. Existen estructuras como Trusts (fideicomisos) o sociedades off-shore, lógicamente legales, que pueden ser válidas para evitar la aplicación de dicho impuesto.
En síntesis, una inversión de real estate debe ser planificada con mucha atención.
Fuente: www.cronista.com